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  • mavir01

Reforestar el alma es similar a reforestar un ecosistema

Actualizado: 28 sept 2022

Inicio este Blog contándole a quien me encuentre allí afuera que he escrito antes sobre temas ambientales y la íntima relación del clima interior humano con lo que manifestamos en nuestro exterior. Hoy hablo de la necesidad personal de reforestar mi alma y manifestar un mundo nuevo dentro y fuera de mí.


Así como cuando los ecosistemas quedan erosionados, tanto en el alma como en la naturaleza cuando existe la voluntad y el conocimiento de como reforestarlos y recuperarlos, donde habitó un bosque, habitará uno nuevo con el tiempo. El agua volverá a brotar y los animales volverán a cantar. Ciertas almas saben como funcionan los ecosistemas naturales, mientras otras reconocen las leyes de la naturaleza del ser. Al llevar consigo la fuerza del amor, fuerza vital, ó fuerza de Dios en nuestro interior, todas las almas tenemos acceso a la resiliencia y a construir un imperio incluso desde el polvo.


La reforestación del alma no es una tarea fácil en ocasiones, así como sucede con un ecosistema en la naturaleza. Hay varios ingredientes para vigorizar esa fuerza dentro de nosotros, y para avivar dicha fuerza que también habita en la naturaleza; siendo en los dos casos tan solo una manifestación de Dios. No es aleatorio que los místicos en todas las tradiciones se dediquen a la meditación, la oración, la contemplación, al ayuno, la obras de caridad, la alabanza cantada a Dios entre muchas otras prácticas. Dichas, son un gran alimento para que siga brotando el río de dicha en nuestro interior. A nivel personal, considero estos hábitos como el agua, los minerales, el sol y el oxígeno que requieren las plantas para hacer su proceso de fotosíntesis. Sin embargo, el alimento más nutritivo para nuestro ser va a ser siempre el amor con que tratamos nuestro ser y la manifestación de éste a nuestro al rededor con todos y todo lo que nos rodea.


Hay una gran similaridad entre como funcionan los ecosistemas internos nuestros y los ecosistemas naturales. La tierra está contenida por una atmófera que nos protege del exterior, así y de manera similar es nuestro cuerpo; estamos rodeados por una serie de capas de energía que nos protegen del exterior. Yo hablo de una burbuja rosa imperturbable, otros las describen de colores variados. De hecho, esas burbujas cambian de color de acuerdo al estado anímico de cada cual y en definitiva, a los volúmenes de amor acumulados en su ser y su proyección al mundo.

Es ese amor el que debemos alimentar a través de nuestros pensamientos, palabras, y acciones. Cuando alimentamos el sentimiento del amor genuino y consciente a cada minuto y de manera constante, con el tiempo se despierta una energía muy potente en el centro de nuestro pecho. Es de tal magnitud que se asemeja a la fusión de gases como el hidrógeno y el helio en las estrellas que a través del choque de partículas que al estrellarse entre sí generan luz y calor, así como las estrellas lo hacen. Por eso se dice que llevamos un sol dentro de nosotros, porque es de manera muy literal.


Dentro de nuestro pecho tenemos ese centro que lleva la fuerza más poderosa del universo, así como lo constatan muchos místicos a lo largo de la historia. Una fuerza de la que se habla muy poco, o de manera tan metafórica que muy pocos logran entender de que se trata. Somos un circuito eléctrico que se abastece de la fuerza del amor y reparte luz al mundo desde nuestras profundidades. Cuando nuestro ser tiene aquella luz prendida de manera permanente, nuestra alma reparte luz por donde camine. Cuando se hace consciencia de ese sol como una llama prendida de manera permanente, se le llama despertar espiritual. Con el pasar del tiempo ilumina la consciencia llevándonos a la sabiduría superior del ser.


Es cuando permitimos al miedo entrar a navegar en nuestras profundidades que todo se vuelve problemático. nuestra mente es jaqueada, distraída y la luz del amor que habita en nuestro pecho baja su intensidad permitiendo que nuestras defensas se debiliten. Las capas de protección de nuestra alma se vuelven penetrables, y todo tipo de cosas suceden porque nos volvemos suceptibles de lo que venga del exterior. El sentimiento placentero del amor es en algunos casos cambiado por el del miedo y nuestro ecosistema interior se desbalancea.


De manera similar sucede con los ecosistemas naturales. En cuanto entra algún agente con naturaleza de retroalimentación negativa, se genera un desequilibrio. Así como nosotros, las plantas, los animales, e incluso el agua, tienen estrategias de auto-rescate o resiliencia para encontrar el balance nuevamente. Pero hay momentos en que los ecosistemas se vuelven locos, y suceden todo tipo de cosas. En ocasiones un ecosistema natural queda arrasado así como puede ser que sintamos haya quedado nuestro interior. Es tan solo esa capacidad de resiliencia donde se activa la fuerza vital que habita en nosotros y en todos los seres, que hace que volvamos a pararnos nuevamente, incluso renovándonos siendo una mejor versión de nosotros.


Es allí en medio de ese impulso de resiliencia que hacemos consciencia de cuales son las estrategias para recuperar los ecosistemas. Más allá del efecto espontáneo de los primeros impulsos de la energía vital, hay estrategias eficientes para alimentar dicha fuerza hasta que coja inercia. Cuando en la naturaleza ponemos los elementos necesarios para que se geste un bosque de nuevo, este toma menos tiempo en renacer. De la misma manera sucede con nosotros. Nuestras mentes inciden de manera fundamental para hacer un reseteo de nuestra torre de control. Una intención, un pensamiento es un impulso energético que cambia la química de nuestro cuerpo y la vibración de éste.


La teoría de sistemas en los ecosistemas naturales se puede aplicar a nuestros sistemas internos. Para que un ecosistema sea saludable y mantenga su equilibrio tiene un porcentaje de inputs de retroalimentación negativa que puede resistir. A inputs me refiero como entradas. En la naturaleza un río puede recibir un porcentaje de agentes contaminantes, pero debido a los volúmenes bajos y a la dinámica de los meandros, puede diluirse y fluir sin perder su dinámica saludable. En ese caso, el río tiene las estrategías de salida funcionando.  Pensemos en el tipo de inputs que recibimos y cuales fluyen a través de nuestro río energético de manera saludable hasta salir de nosotros, y cuales quedan atorados generando todo tipo de bloqueos. Pensemos en nuestros alimentos. Cuales fluyen con nuestro flujo de vida y cuales no. Me refiero no solo a las comidas y bebidas, sino también a los pensamientos que nuestra mente emite, a lo que vemos, oímos, tocamos, olemos... Hay ciertas cosas que experimentamos y por pequeñas que sean, si son significativamente contaminantes, pueden tapar el flujo completo de nuestra energía vital.


Cuando sentimos que nuestro río interno se ha bloqueado hay ciertas estrategias para desatorarlo. Al barrer nuestro ser de todo tipo de información que tengamos acumulados bloqueando los rayos del sol, nuestro sol brillará cada vez más brillante. Mirar todo aquello que debo perdonar a lo largo de mi vida, toda aquella vivencia que me haya hecho entristecer, toda culpa, todo rencor, todo sentimiento poco grato que mi ser esté albergando ayuda muchísimo. A mí me gusta escribir y quemar, otros lo harán de manera diferente. Así como podemos hacer detox de comidas, podemos hacer detox de la calidad de nuestros pensamientos para entrenar nuestra mente.


Después de haber limpiado el interior, ponemos de manera consciente ciertas barreras para que no entren cosas del exterior. Ahí viene la teoría de la burbuja rosa que algunos de mis amigos ya conocen. Aquella que visualizo que me rodea y me protege del exterior. Así como se cubre una plantica del viento para que no se queme por el frío. El alma requiere una protección para que no entre viento frío que apague la hoguera de amor en el corazón. De la misma manera el alimento para la plantica y para nuestra alma será agua con nutrientes, sol y cuidado. El contacto con la naturaleza, el sol, la comida nutritiva y amorcito al rededor ayudan mucho. mucho. Pero eso no será suficiente para avivar nuestro fuego interno nuevamente. Es avivando ese amor dentro de nuestro ser, sintiendo el agradecimiento profundo por todo lo que nos rodea, entonándonos con la canción de la vida, la sinfonía de la belleza que percibimos a través de nuestros sentidos con nuestras gafas rosa que lo embellecen todo.


Cuando logro avivar el fuego interno nuevamente todo lo que sale de mi procura ser aboslutamente amoroso, porque hay cierta fruición en el ser al manifestar ese amor a los otros, y dicha llama se vuelve más grande y fuerte de esa manera.  Empieza un circulo de retroalimentación positiva en el mundo que parte de como al sentirme fenomenal le aporto más al mundo y el mundo me alimenta con más de lo mismo que manifesté fuera de mí. Generando dicha en los otros recibo una dicha inconmensurable y así todo lo que siembre. Qué buena ecuación, donde todos ganamos. Cuando esa fuerza coge cierta inercia difícilmente para.


Ahora, sé que toma un tiempo volver a avivar el fuego cuando se ha permitido que el miedo entre y dañe partecitas de nuestro ser por tiempos prolongados. Las cenizas serán un excelente abono para ese nuevo jardín interior donde volverán a volar mariposas y pájaros. Cuidaré mi fueguino interior con mi burbuja rosa, y tendré más sabiduría que la de ayer. Entrenaré mi mente para que sea inmune al miedo y otros agentes, caminaré riendo como antes y sembraré el amor en mí y en otros haciéndola surjir una y otra vez.


Desde la burbuja rosa me cuidaré y procuraré cuidar a todos. Me haré cargo de lo que me corresponde y desde allí, ayudaré al mundo a tener ecosistemas saludables al rededor mío. Lo increible es que ese amorcito se transmite y es bonito cuando al rededor se siente la dicha. Aportaré así al mundo a través de mis pensamientos, palabras y actos, y de mi amorosa presencia en la paz que soy cultivándolos de manera consciente a cada instante.


Me pongo mis gafas rosa con las cuales veo al mundo con compasión en todas las situaciones. Cuido mis ojos y mis oídos de todo aquello que pueda perturbar la tan preciada paz que comparto. Cuido el pensamiento, la palabra, el cuerpo, las manos para que sean cuidadosos conmigo y con los otros, con ellos toco el mundo y lo modifico a cada instante. Aunque hay momentos en que lo olvido y me pierdo en el camino, vuelvo allí a mi lugar favorito de nuevo; mi burbuja rosa. Me cuido de ser una manifestación amorosa en lo posible y la mayoría de las veces brota sin esfuerzo por ser una manifestación genuina que proviene del alma. Acepto y límpio de mí todo aquello que es poco amoroso y me entono con la sinfonía del amor. Al fin y al cabo, todo aquello que sale de mí, tiene un efecto de ola energética que puede tocar el otro lado del mundo como el efecto del aleteo de una mariposa. Ante todo, le doy gracias a Dios por esa fuerza interna para seguir en ese trabajo de restauración de mi ecosistema interior.


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